A PLANTAR BANDERA NOS HACE FALTA UN HAKA ARGENTO
Hace 1 semana
Todo diario íntimo surge de un agudo sentimiento de culpa. Parece que en él quisiéramos depositar muchas cosas que nos atormentan y cuyo peso se aligera por el solo hecho de confiarlas a un cuaderno. (29 de Enero 1954)Ribeyro, un cuentista de muchísimas tramas, narrador de numerosos finales, como todo buen escritor, tenía el control íntegro de la vida y desenlace de todos sus personajes, pero carecía del dominio de su propia historia. Le fascinaba desconocerse en sus días habituales y le entusiasmaba ser sorprendido por su destino, de ahí la constante referencia al título en cada línea del diario: “La Tentación del Fracaso”. Una sola cosa le sobrecogía, se trataba de la idea de no poder concretar su vida de escritor bohemio, por lo demás, estaba dispuesto a asumir todo cambio y sacrificio que le implicase ocuparse en este deseo.
Yo me siento impotente para librar mi hogar del hundimiento. Las 45 libras que gano por aquel trabajo mecánico y mensajeril me alcanzan apenas para mantener mis vicios y de ninguna manera para cultivar mis virtudes. Dentro de un año seré abogado, ¿para qué? Seguiré lo mismo, como ahora, en la Sección Legal de una Compañía, sufriendo la rigidez de la jerarquía, el desdén de los potentados y con cuatro o cinco clientes tan paupérrimos que tengo que pagarles los gastos judiciales. (28 de octubre de 1951)Las primeras páginas del diario nos muestran a un joven Riveyro incorporándose a la vida bohemia y aventurera de Lima, desde su juventud ya es clara sus inclinaciones para abandonar todo escenario que le exigiera alienarse en el deseo de posesión y prestigio. Su opción por la escritura se manifestó como una voz que le calmaba la cobardía existencial, como un llamado que le permitiría exhumar la libertad añorada.
¿Por qué estaré hoy tan decepcionado? Sin dinero, sin éxitos, sin amores, mis días van cayendo como las hojas secas de un árbol. Rodeado de oscuridad, de cenizas. Hoy me siento incapaz de todo. Una pereza moral irresistible. Sólo ansío viajar. Cambiar de panorama. Irme donde nadie me conozca. Aquí ya soy definitivamente como han querido que sea. Conforme me aleje irán cayendo mis vestiduras, mis etiquetas y quedaré limpio, desnudo, para empezar a ser distinto, como yo quisiera ser. Pero, ¿a dónde ir? Si llevo dentro de mí el germen de todo mi destino, ¿para qué hacer rodar por todos los paisajes, como un circo ambulante, el espectáculo de mi vida equivocada? (3 de junio de 1950)Poco después de escribir esto, Ribeyro viajó de Lima a España, desde ahí emprendería la experiencia de la continua migración, de la sensación de ser un eterno exiliado. El Diario nos deja ver la vida errante y marginada que vivió en Francia, Bélgica, Polonia, Italia y Alemania. El diario nos cuenta de periplos que lo fueron convirtiendo en un forastero, nos habla de las experiencias que le exigieron en más de una vez dar lo esencial de sí mismo;. Siendo un migrante y viajero tuvo que abandonar su condición limeña de clase media, fueron años que en que experimentó desolación, rechazo y pobreza, hasta debió de asumirse como un jornalero desterrado:
Haber estudiado doce años de colegio, siete de universidad en Lima, uno en la Sorbona, uno en Múnich, 21 años de lecturas para terminar haciendo el trabajo de un cargador analfabeto. (7 de octubre de 1956)
This entry was posted on 30 octubre 2010 at 1:29 p. m. and is filed under Reflexiones Nómadas. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response.
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