Subir un día por la tarde, cuando la lluvia se ausente, hasta una morada tatuada con capas plateadas. Resplandeceré junto a cuanta luz repose en la superficie. No recogeré pequeños diamantes. Caminaré con alarde, mirada al frente, hombros firmes y sonrisa postiza. Evitaré mirar los recuerdos, fingiré placer, ocultaré mis heridas.
Voy a tenderme la mano cuando me vea pasar. Si deambulo distraído me llamaré… ps, ps, ps. Voy a echar un vistazo a la sombra y buscaré mí mirada; subiré hasta armonizar esta integridad deteriorada, será como incorporarme en mi mundo identitario, regresar de la marginación para desenterrar el orgullo que una negra tarde escondí apresurado por la urgencia.