Un bello canto extraído del sollozar indio de los Andes del Centro peruano. Estos ritmos, o quizá mejor lamentos, se parecen tanto a la vida que cada melodía es una nota del himno existencial de las célula que habitan entre los Apus.
Esa condición de unificar hosquedad y vida; intranquila y desgarrada forma de alzarse en dignidad y grandeza son los Andes. Así viven también esos humanos de las montañas, ellos sugieren ser una inspiración de la Tierra que los engendró y cobija. Ellos con sus semblantes de arraigo, aspecto callado e incitante, manifestación de rigidez y nobleza, seres tales que suben y bajan montañas con prudentes colores y miradas perdidas en los propositos de la vida, precencia que inspira respeto.
Pocos fueron los "señoritos" europeos, que viendo la riqueza de estas tierras, se arriesgarón a adentrarse en ellas. El modelo colonial Español, dice Mariátegui, consistió en permanecer en los pequeños asentamientos costeros y desde ahí gobernaban a los indios, hombres, mujeres, jóvenes y niños mimetizados en los colores de las alturas.
Los andes son tierras remotas y severas, tierras que se dejar labrar y tajar solamente bajo la tutela del esfuerzo y de la exigencia de sus engendrados hijos, que, donando sus alientos, extraen un grano de vida diaria de entre las rocas y van muriendo; semejante demanda solo produce lamentos de vida, ciertamente, aun cargados de alegría por la recompensa final.
Siglo XVI, llegan las ambiciones de los hombres blancos occidentales a las faldas de la cordillera -pues hasta los Andes solamente llegaron sus ambiciones, ellos se quedaron en la comodidad de sus palacios limeños-, estos andinos hombres y mujeres se vieron obligados a trabajar para los colonizadores y terratenientes blancos, quienes sin pisar las firmes rocas y el barro de las escarpadas montañas y valles, esperaban riquezas ajenas; los nativos de la tierra, que si sufren la antojada geografía, entonando versos y cantos, añoran y lloran la íntegra propiedad de las dádivas nativas y la recompensa del sudor de la jornada. Cuando los andinos pierden la potestad y la heredad de la Pachamama, los sollozos son transformados en lamentos de dolor, agrios y lúgubres; lamentos verdaderamente tristes y anhelantes de vida; verso tras verso, canto y cantando desahogan sus penas.
Sus letras, que en un vaivén de español y quechua, describen el dolor, el amor, la traición, el abandono, el anhelo, el desamor, la esperanza y la desesperanza, parecen simples canciones algo románticas y folklóricas, sin embargo sus ritmos ocultan esa pugna por permanecer siendo, cantos de total resistencia de quienes hunden las raíces de su existir en las montañas milenarias de los cielos serpenteados por los códores y la bondadosa Pachamama. Son melodías que nos recuerdan lo difícil que es vivir en los Andes Peruanos, al escucharlas podemos sentir la expectativa latente de volver cíclicamente a los orígenes, algún día quizá.
Adiós Pueblo de Ayacucho, canto que despide, que expresa el ciclo de la existencia: sollozos de vida, amargura de conquista, dolor de explotación, dignidad de querer permanecer esperando, sueños de tiempos mejores; un simil de quien planea sacudir las sandalias para desprenderse de esa mala jornada, de esa perversa tarde que intentó undir el alma, es la despedida de quien no valoró al indio o a la india, es la promesa del que violentadamente se ausenta dejando nota de que no olvida. Este canto, entre otros (la lista sería interminable), a mi parecer, esconde esos datos telúricos de los lamentos andinos emanados del dolor del corazón y del alma.
ADIÓS PUEBLO DE AYACUCHO
ESCUCHAR VERSIÓN DEL MAESTRO RAÚL GARCÍA ZARATE
ESCUCHAR VERSIÓN AUTÓCTONA: Nelly Munguia
LETRA:
Adiós Pueblo de Ayacucho Adiós pueblo de Ayacucho, perlaschallay, donde he padecido tanto, perlaschallay, ciertas malas voluntades, perlaschallay, hacen que yo me retire, perlaschallay.
Adiós pueblo de Ayacucho, perlaschallay, ripuqtaña qawariway, perlaschallay, por más lejos que me encuentre, perlaschallay, nunca podré olvidarte, perlaschallay. . .
This entry was posted on 12 abril 2010 at 3:47 p. m.
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Desde hace mucho encontré en la experiencia de viajar la manera de saciar mi ancestral espíritu nómada. Últimamente me ocupo en meditar el latente nomadismo que reposa en todo ser humano, de ahí que me inclino por leer, entender, representar y explicar el mundo, junto a la existencia humana, desde la condición errante de la vida.
En esta búsqueda he encontrado pensadores, poetas, artistas, narradores y caminantes, cuyas experiencias de senderismo y vivencias mochileras o peregrinas, acompañan y alimentan la necesidad de sentir el nomadismo como fuente de plenitud de vida y sentido existencial. Comparto en el blog estas reflexiones, meditaciones, poemas, canciones, imágenes y relatos que emergen de los tiempos errantes de quienes acostumbramos a ser viajeros.