Silencioso de los arenales y el mar salado
tus manos milenarias han gestado y sudado
los surcos del desierto reflexivo.
Agua dulce y escasa donde de niño yo jugaba.

Oscuro de los valles y campiñas imposibles
tu piel cobriza moldeado en el elocuente barro
el Sol te ha quemado.
Aquí resisto a no perder mi color aceitunado.

Yo también me he desarrollado columpiado por los pitidos del viento
mi horizonte es la blanca espuma del mar verdoso oscurecido
oigo el cielo azulado y gris serpenteado con alas emplumadas.
Veo albinos firmamentos, gota a gota los hombres cultivando.

Me he lanzado a la mar con instinto ancestral
he navegado las crestas de las olas y los peces me han rozado
ya olfateo el maíz y los frutos en la hoguera.
Mi madre me está llamando,
bajo la sombra del enramado ella me viene acariciando.